ESPAIS D’OPORTUNITAT
2001- present. Photographs. Various sizes.
(CAT)
Sota aquest títol genèric s’agrupen un seguit de fotografies que anem fent, des dels inicis del work in progress
Kenosi
, d’espais d’alguna manera “afectats”. Les primeres fotografies foren de l’interior d’una vella casa rural en estat gairebé ruïnós, un espai nu que vam van usar durant un temps com a espai de creació, realitzant petites instal·lacions amb miniatures de mobles de fusta, piles de pols escombrada, o simples fotografies de la llum banyant els seus murs. Més endavant es van anar ampliant les fonts amb els interiors d’estacions de tren ruïnoses, amb les seves edificacions annexes (hangars, oficines, banys i vivendes pels treballadors), edificis en demolició o els racons d’una casa ocupa a Reading o espais desolats d’una zona minera a prop de Newcastle (Gran Bretanya).
Els espais evoquen absència, però no nostàlgia. El tractament de la llum i les textures fuig de la tragèdia i acarona l’espectador. Les imatges presenten un espai que és alhora temps. Són escenificacions del buit. Un buit que genera empatia, que no desperta grans emocions, però resulta balsàmic, pacificador, ple d’oportunitats.
“El vacío vacía al que mira en lo mirado. Se ejercita un ver que en cierto modo es objetivo, que se hace objeto, un ver “amistoso”, que deja ser. (…) el vacío es lo abierto, que permite una compenetración recíproca. Produce amabilidad. En un ente se refleja el todo. Y el todo habita en un ente. Nada se retira a un aislado ser para sí. Todo fluye. Las cosas pasan las unas a las otras.”
(Byung-Chul Han. Filosofía del budismo zen)
Així com en altres treballs de la sèrie Kenosi el buit està focalitzat en la desaparició, el sacrifici i l’absència, en els espais d’oportunitat no. Paradoxalment, doncs són espais que han estat certament ocupats i usats on hi reconeixeríem fàcilment el buit dins aquesta narrativa, però no és així. El buit d’aquests espais és un buit escampat, disseminat, present en el batec dels elements que hi apareixen o ja no hi apareixen, però hi són en misteriosa interrelació.
Aquest buit en expansió, no concret, no ubicat, està molt proper al concepte de vacuïtat de la tradició budista: sûnyatâ (Shuniata en sànscrit) que expressa la no existència d’individualitat i que tot és buit i interdependent. El despertar (Kundalini), o il·luminació, és experimentar shuniata. Aquesta vacuïtat no equival exactament al zero, a l’absència total o al nihilisme sinó a una realitat última més oceànica.
“(…), “sûnyatâ” (vacuidad), representa en muchos aspectos el concepto opuesto a substancia. La substancia está, en cierto sentido, “llena”. Está llena de sí misma, de lo propio. En cambio, sûnyatâ representa un movimiento de expropiación. Vacía al ente que persevera en sí mismo, que se aferra a sí mismo, o se cierra en sí. Hunde en una apertura, en una anchura abierta. En el campo del vacío nada se consensa en una presencia masiva. Nada descansa solo en sí. Su movimiento des-limitador, expropiador suprime el “para sí” monádico en una relación recíproca.
Sin embargo, el vacío no constituye ningún principio originante, ninguna causa primera de la que surja todo ente, todo lo que tiene forma. No hay en él ningún “poder substancial” del que surja un “efecto”. Y ninguna ruptura ontológica la eleva a un orden superior del ser. El vacío no marca ninguna “trascendencia” que esté antepuesta a las formas que aparecen. Así, la forma y el vacío están instaurados en el mismo nivel del ser. Ningún desnivel de ser separa el vacío de la “inmanencia” de las cosas que aparecen.”
(Byung-Chul Han Filosofía del budismo zen)
Els espais ens situen també en un temps que no és certament el passat, malgrat l’aspecte ruïnós, ni exactament el futur pel que podria esdevenir, doncs no hi ha indicis de previsió o canvi, sinó més aviat un present que és un “ara” però alhora suspensió temporal. Aquest estat de suspensió, a partir del concret, sense imposició del concret, converteix les imatges en espais visuals per a la meditació.
“Ya que el tiempo se nos da a beber, su inmensidad oceánica se recoge y se da a beber en un vaso minúsculo; instantes que no pasan, instantes que se van, vislumbres, entrevisiones, pensamientos inasibles, y otro aire y aun otro modo de respiración. Y el cáliz del tiempo inexorablemente ofrece el presente. Siempre es ahora. Y si no es ahora, no es nunca, es otra vez sin el tiempo, la muerte que no es un más allá del tiempo.”
(M.Zambrano. El hombre y lo divino)
Les imatges d’espais d’oportunitat s’ha emprat en obres com ara
Vishuddha
i
Oxymoron
.
(ESP)
Bajo este título genérico se agrupan una serie de fotografías que vamos tomando, desde los inicios del work in progress Kenosi, de espacios de alguna manera “afectados”. Las primeras fotografías fueron del interior de una vieja casa rural en estado casi ruinoso, un espacio desnudo que utilizamos durante un tiempo como espacio de creación, realizando pequeñas instalaciones con miniaturas de muebles de madera, pilas de polvo barridas, o simples fotografías de la luz bañando sus paredes. Más adelante fuimos ampliando las fuentes con los interiores de estaciones de tren ruinosas, con sus edificaciones anexas (hangares, oficinas, baños y viviendas para los trabajadores), edificios en demolición, y los rincones de una casa ocupa en Reading y los espacios desolados de una zona minera cerca de Newcastle (Gran Bretaña).
Los espacios evocan ausencia, pero no nostalgia. El tratamiento de la luz y las texturas escapa de la tragedia y acaricia al espectador. Las imágenes presentan un espacio que es a la vez tiempo. Son escenificaciones del vacío. Un vacío que genera empatía, que no despierta grandes emociones, pero resulta balsámico, pacificador, lleno de oportunidades.
“El vacío vacía al que mira en lo mirado. Se ejercita un ver que en cierto modo es objetivo, que se hace objeto, un ver “amistoso”, que deja ser. (…) el vacío es lo abierto, que permite una compenetración recíproca. Produce amabilidad. En un ente se refleja el todo. Y el todo habita en un ente. Nada se retira a un aislado ser para sí. Todo fluye. Las cosas pasan las unas a las otras.”
(Byung-Chul. Han Filosofía del budismo zen)
Así como en otros trabajos de la serie Kenosi el vacío está focalizado en la desaparición, el sacrificio y la ausencia, en éste no. Paradójicamente, pues aunque son espacios que han sido ciertamente ocupados y usados donde reconoceríamos fácilmente el vacío en esta narrativa, no se da esta lectura. El vacío de estos espacios es un vacío esparcido, diseminado, presente en el latido de los elementos que aparecen o ya no, pero que están conectados en la misteriosa interrelación.
Este vacío en expansión, no concreto, no ubicado, está muy cerca al concepto de vacuidad de la tradición budista: sûnyatâ (Shuniata en sanscrito) que expresa la no existencia de individualidad y que todo es vacío e interdependiente. El despertar (Kundalini), o la iluminación, es experimentar shuniata. Esta vacuidad no equivale exactamente al cero, a la ausencia total o al nihilismo sino a una realidad última más oceánica.
“(…), “sûnyatâ” (vacuidad), representa en muchos aspectos el concepto opuesto a substancia. La substancia está, en cierto sentido, “llena”. Está llena de sí misma, de lo propio. En cambio, sûnyatâ representa un movimiento de expropiación. Vacía al ente que persevera en sí mismo, que se aferra a sí mismo, o se cierra en sí. Hunde en una apertura, en una anchura abierta. En el campo del vacío nada se condensa en una presencia masiva. Nada descansa solo en sí. Su movimiento des-limitador, expropiador suprime el “para sí” monádico en una relación recíproca.
Sin embargo, el vacío no constituye ningún principio originante, ninguna causa primera de la que surja todo ente, todo lo que tiene forma. No hay en él ningún “poder substancial” del que surja un “efecto”. Y ninguna ruptura ontológica la eleva a un orden superior del ser. El vacío no marca ninguna “trascendencia” que esté antepuesta a las formas que aparecen. Así, la forma y el vacío están instaurados en el mismo nivel del ser. Ningún desnivel de ser separa el vacío de la “inmanencia” de las cosas que aparecen.”
(Byung-Chul. Han Filosofía del budismo zen)
Los espacios nos sitúan también en un tiempo que no es ciertamente el pasado, a pesar de su aspecto ruinoso, ni exactamente el futuro por lo que podría venir, pues no hay indicios de previsión o cambio, sino más bien un presente que es un “ahora” pero a la vez suspensión temporal. Este estado de suspensión, a partir de lo concreto, sin imposición de lo concreto, convierte las imágenes espacios visuales para la meditación.
“Ya que el tiempo se nos da a beber, su inmensidad oceánica se recoge y se da a beber en un vaso minúsculo; instantes que no pasan, instantes que se van, vislumbres, entrevisiones, pensamientos inasibles, y otro aire y aun otro modo de respiración. Y el cáliz del tiempo inexorablemente ofrece el presente. Siempre es ahora. Y si no es ahora, no es nunca, es otra vez sin el tiempo, la muerte que no es un más allá del tiempo.”
(M. Zambrano. El hombre y lo divino)
Bajo este título genérico se agrupan una serie de fotografías que vamos tomando, desde los inicios del work in progress Kenosi, de espacios de alguna manera “afectados”. Las primeras fotografías fueron del interior de una vieja casa rural en estado casi ruinoso, un espacio desnudo que utilizamos durante un tiempo como espacio de creación, realizando pequeñas instalaciones con miniaturas de muebles de madera, pilas de polvo barridas, o simples fotografías de la luz bañando sus paredes. Más adelante fuimos ampliando las fuentes con los interiores de estaciones de tren ruinosas, con sus edificaciones anexas (hangares, oficinas, baños y viviendas para los trabajadores), edificios en demolición, y los rincones de una casa ocupa en Reading y los espacios desolados de una zona minera cerca de Newcastle (Gran Bretaña).
Los espacios evocan ausencia, pero no nostalgia. El tratamiento de la luz y las texturas escapa de la tragedia y acaricia al espectador. Las imágenes presentan un espacio que es a la vez tiempo. Son escenificaciones del vacío. Un vacío que genera empatía, que no despierta grandes emociones, pero resulta balsámico, pacificador, lleno de oportunidades.
“El vacío vacía al que mira en lo mirado. Se ejercita un ver que en cierto modo es objetivo, que se hace objeto, un ver “amistoso”, que deja ser. (…) el vacío es lo abierto, que permite una compenetración recíproca. Produce amabilidad. En un ente se refleja el todo. Y el todo habita en un ente. Nada se retira a un aislado ser para sí. Todo fluye. Las cosas pasan las unas a las otras.”
(Byung-Chul. Han Filosofía del budismo zen)
Así como en otros trabajos de la serie Kenosi el vacío está focalizado en la desaparición, el sacrificio y la ausencia, en éste no. Paradójicamente, pues aunque son espacios que han sido ciertamente ocupados y usados donde reconoceríamos fácilmente el vacío en esta narrativa, no se da esta lectura. El vacío de estos espacios es un vacío esparcido, diseminado, presente en el latido de los elementos que aparecen o ya no, pero que están conectados en la misteriosa interrelación.
Este vacío en expansión, no concreto, no ubicado, está muy cerca al concepto de vacuidad de la tradición budista: sûnyatâ (Shuniata en sanscrito) que expresa la no existencia de individualidad y que todo es vacío e interdependiente. El despertar (Kundalini), o la iluminación, es experimentar shuniata. Esta vacuidad no equivale exactamente al cero, a la ausencia total o al nihilismo sino a una realidad última más oceánica.
“(…), “sûnyatâ” (vacuidad), representa en muchos aspectos el concepto opuesto a substancia. La substancia está, en cierto sentido, “llena”. Está llena de sí misma, de lo propio. En cambio, sûnyatâ representa un movimiento de expropiación. Vacía al ente que persevera en sí mismo, que se aferra a sí mismo, o se cierra en sí. Hunde en una apertura, en una anchura abierta. En el campo del vacío nada se condensa en una presencia masiva. Nada descansa solo en sí. Su movimiento des-limitador, expropiador suprime el “para sí” monádico en una relación recíproca.
Sin embargo, el vacío no constituye ningún principio originante, ninguna causa primera de la que surja todo ente, todo lo que tiene forma. No hay en él ningún “poder substancial” del que surja un “efecto”. Y ninguna ruptura ontológica la eleva a un orden superior del ser. El vacío no marca ninguna “trascendencia” que esté antepuesta a las formas que aparecen. Así, la forma y el vacío están instaurados en el mismo nivel del ser. Ningún desnivel de ser separa el vacío de la “inmanencia” de las cosas que aparecen.”
(Byung-Chul. Han Filosofía del budismo zen)
Los espacios nos sitúan también en un tiempo que no es ciertamente el pasado, a pesar de su aspecto ruinoso, ni exactamente el futuro por lo que podría venir, pues no hay indicios de previsión o cambio, sino más bien un presente que es un “ahora” pero a la vez suspensión temporal. Este estado de suspensión, a partir de lo concreto, sin imposición de lo concreto, convierte las imágenes espacios visuales para la meditación.
“Ya que el tiempo se nos da a beber, su inmensidad oceánica se recoge y se da a beber en un vaso minúsculo; instantes que no pasan, instantes que se van, vislumbres, entrevisiones, pensamientos inasibles, y otro aire y aun otro modo de respiración. Y el cáliz del tiempo inexorablemente ofrece el presente. Siempre es ahora. Y si no es ahora, no es nunca, es otra vez sin el tiempo, la muerte que no es un más allá del tiempo.”
(M. Zambrano. El hombre y lo divino)
(ENG)
Grouped under this generic title are a series of photographs that we have token, from the beginning of the work in progress Kenosi, of the spaces somehow “affected”. The first photographs were of the interior of an old rural house in an almost ruinous state, a naked space that we used during a time as a creation space, making small installations with miniature wooden furniture, piles of swept up dust, or simple photographs of light bathing the walls. Later on we expanded the sources with interiors of ruins of train stations, with their annex buildings (hangars, offices, bathrooms and homes for the workers), buildings in demolition or the corners of a squat house in Reading or desolated spaces in a mining area near Newcastle (Great Britain).
The spaces evoke absence, but not nostalgia. The treatment of the light and textures flees from tragedy and caresses the spectator. The images present a space that is also time. They are a staging of the emptiness. An emptiness that generates empathy, that doesn’t evoke great emotions, but is balsamic, pacifying, full of opportunities.
“The void empties whoever looks at what is looked at. It exercises a view that in a way is objective, which becomes an object, a “friendly” view, that lets be. (...) el void is what is open, what allows a reciprocal rapport. It produces amiability. In a being that reflects everything. And everything inhabits a being. Nothing retires to an isolated being for itself. Everything flows. Things pass from one to another.”
(Byung-Chul Han. Philosophy of Zen Buddhism)
Just as in other works of the series Kenosi the emptiness is focalized on disappearance, sacrifice and absence, in espais d’oportunitat it isn’t. Paradoxically, as they are not occupied and used spaces we would easily recognise the void in this narrative, but it isn’t so. The emptiness of these spaces in an scattered emptiness, disseminated, present in the beat of the elements that appear and no longer appear, but that are in the mysterious interrelationship.
This emptiness in expansion, not specific, not located, is very close to the concept of vacuity of Buddhist tradition: sûnyatâ (Shuniata in Sanskrit) which expresses the non-existence of individuality and that all is empty and interdependent. The awakening (Kundalini) or the illumination is to experience shuniata. This vacuity is not the exact equivalent of zero, to total absence or to nihilism, but to an ultimate oceanic reality.
“(...) sûnyatâ (vacuity), represents in many aspects the opposite concept to substance. Substance is, in a certain sense, “full”. It is full of itself, of its own. On the other hand, sûnyatâ represents a movement of expropriation. It empties the being that perseveres within itself, that grasps onto itself, or closes itself with. It sinks into an opening, into an open gap. In the field of the emptiness nothing is condensed into a massive presence. Nothing rests only in itself. Its un-limiting movement, expropriator suppresses the monadic “for itself” in a mutual relationship.
Even so, the void does not constitute any originating principle, any primary cause from which all being, all that has form, emerges. In is there is no “substantial power” from which an “effect” emerges. And no ontological rupture raises it to a superior order of being. The emptiness does not mark a “transcendence” that is set above the forms that appear. This way, the form and the void are instated on the same level of being. No grade of being separates the void from the “immanence” of the things that appear.”
(Byung-Chul. Philosophy of Zen Buddhism)
The spaces also situate us in a time that is not quite the past, despite the ruinous aspect, nor exactly in the future of what could be, as there is no evidence of prevision or change, but rather a present that in a “now” but at the same time temporal suspension. This state of suspension, from the particular, without the imposition of the particular, converts visual space images for meditation.
“As time gives us to drink, its oceanic immensity is collected and gives drinks in miniscule glasses; instants that don’t pass, instants that leave, glimpses, half-visions, unpalatable thoughts, and other air and yet another way to breathe. And the goblet of time inexorably offers the present. It is always now. And if it is not now, it is never, it is again without time, death that isn’t beyond time.”
(M. Zambrano. Man and the divine)
Grouped under this generic title are a series of photographs that we have token, from the beginning of the work in progress Kenosi, of the spaces somehow “affected”. The first photographs were of the interior of an old rural house in an almost ruinous state, a naked space that we used during a time as a creation space, making small installations with miniature wooden furniture, piles of swept up dust, or simple photographs of light bathing the walls. Later on we expanded the sources with interiors of ruins of train stations, with their annex buildings (hangars, offices, bathrooms and homes for the workers), buildings in demolition or the corners of a squat house in Reading or desolated spaces in a mining area near Newcastle (Great Britain).
The spaces evoke absence, but not nostalgia. The treatment of the light and textures flees from tragedy and caresses the spectator. The images present a space that is also time. They are a staging of the emptiness. An emptiness that generates empathy, that doesn’t evoke great emotions, but is balsamic, pacifying, full of opportunities.
“The void empties whoever looks at what is looked at. It exercises a view that in a way is objective, which becomes an object, a “friendly” view, that lets be. (...) el void is what is open, what allows a reciprocal rapport. It produces amiability. In a being that reflects everything. And everything inhabits a being. Nothing retires to an isolated being for itself. Everything flows. Things pass from one to another.”
(Byung-Chul Han. Philosophy of Zen Buddhism)
Just as in other works of the series Kenosi the emptiness is focalized on disappearance, sacrifice and absence, in espais d’oportunitat it isn’t. Paradoxically, as they are not occupied and used spaces we would easily recognise the void in this narrative, but it isn’t so. The emptiness of these spaces in an scattered emptiness, disseminated, present in the beat of the elements that appear and no longer appear, but that are in the mysterious interrelationship.
This emptiness in expansion, not specific, not located, is very close to the concept of vacuity of Buddhist tradition: sûnyatâ (Shuniata in Sanskrit) which expresses the non-existence of individuality and that all is empty and interdependent. The awakening (Kundalini) or the illumination is to experience shuniata. This vacuity is not the exact equivalent of zero, to total absence or to nihilism, but to an ultimate oceanic reality.
“(...) sûnyatâ (vacuity), represents in many aspects the opposite concept to substance. Substance is, in a certain sense, “full”. It is full of itself, of its own. On the other hand, sûnyatâ represents a movement of expropriation. It empties the being that perseveres within itself, that grasps onto itself, or closes itself with. It sinks into an opening, into an open gap. In the field of the emptiness nothing is condensed into a massive presence. Nothing rests only in itself. Its un-limiting movement, expropriator suppresses the monadic “for itself” in a mutual relationship.
Even so, the void does not constitute any originating principle, any primary cause from which all being, all that has form, emerges. In is there is no “substantial power” from which an “effect” emerges. And no ontological rupture raises it to a superior order of being. The emptiness does not mark a “transcendence” that is set above the forms that appear. This way, the form and the void are instated on the same level of being. No grade of being separates the void from the “immanence” of the things that appear.”
(Byung-Chul. Philosophy of Zen Buddhism)
The spaces also situate us in a time that is not quite the past, despite the ruinous aspect, nor exactly in the future of what could be, as there is no evidence of prevision or change, but rather a present that in a “now” but at the same time temporal suspension. This state of suspension, from the particular, without the imposition of the particular, converts visual space images for meditation.
“As time gives us to drink, its oceanic immensity is collected and gives drinks in miniscule glasses; instants that don’t pass, instants that leave, glimpses, half-visions, unpalatable thoughts, and other air and yet another way to breathe. And the goblet of time inexorably offers the present. It is always now. And if it is not now, it is never, it is again without time, death that isn’t beyond time.”
(M. Zambrano. Man and the divine)