EL HUECO
2011. Digital imatge. Variable sizes.(CAT)
“Max Scheler en “el puesto del hombre en el cosmos” describe la situación del hombre como la de alguien que no tiene un espacio propio, un medio, una casa. Y bien, al vagar entre todo sin tener un hueco que le esté preparado, proyecta a su alrededor lo que necesitaría para que su vida estuviera encajada en el medio. Y al no encontrar la verificación, la adecuada respuesta, siente esta ausencia como algo no positivo; se siente rechazado porque no se siente amado; perseguido, porque nadie le abre la puerta de su casa, de ese lugar que necesita. (…) El ser indigente que lo padece lo interpreta ingenuamente como contrario, como agresor. Pues el hombre ha de estar muy adentrado en la edad de la razón para aceptar el vacío y el silencio en torno suyo.”
(Maria Zambrano. El hombre y lo divino)
El hueco és una imatge sintètica, radical, en blanc i negre, de dos siluetes. La visió d’un fragment retallat de dos cossos extrets d’una escultura barroca d’un Stabat Mater. En aquest Stabat Mater hi apareix la figura del fill mort (en blanc i visualment present) però no la de la mare que el sosté (en negre i visualment absent). La peça enganya per què la unió entre els dos cossos configuren una forta unitat de manera que perceptivament la pregnància va del negre al blanc i a l’inrevés. Podem veure la mare pel buit que deixa en el fill, i el fill pel buit que deixa en la mare. Així, la forma que ara és la positiva, passa a ser la negativa i es complica decidir qui sosté a qui. Tot es resumeix en el sosteniment i la necessitat de l’altre.
El Hueco qüestiona també sobre la pietat, la compassió, l’empatia. Tres formes semblants de connexió emocional amb qui pateix. La pietat comporta una posició de diferència, d’una certa superioritat; aquí, la capacitat maternal d’aguantar el cadàver del fill, que ningú vol veure i que ningú mirarà. És la soledat, la tragèdia que remou, fent sentir malament qui mira, qui no pateix, perpetuant el poder dels febles (Nietzsche) o possibilitant el tracte inclusiu amb la realitat i amb el diví (M.Zambrano). L’empatia suposa el tracte entre iguals, un desplaçament. La compassió no és un sentiment perdurable, ja que l’exposició directa i continuada del patiment de l’altre pot produir insensibilitat i distància afectiva, com constatem avui en dia.
Miro l’altre, el veig?, és possible no veure’l mirant-lo, o veure’l i no mirar-lo? I sostenir-lo en la mirada? i si sostenim qui ens sostindrà? Tots aquests interrogats estan continguts en el Hueco, un buit, un forat, un pou de preguntes, que es desplaça del negre al blanc, del fill a la mare, anant i tornant. És una interrogació sense resposta i sense cercar-la tampoc, del sistema i del moment que vivim a nivell social i personal.
En el Hueco el buit es formalitza. Té contorns, massa, valor (blanc/negre)…forma.
La divisió mare/fill, negre/blanc, evoca involuntàriament el símbol oriental del Tao: Yin/Yang, negatiu/positiu, passivitat/activitat, nit/dia, buit/ple... unitat en la diversitat: complementarietat; encara que no hi ha una correspondència clara. Però aquesta tensió positiu-negatiu genera moviment i creació.
“Así, la forma y el vacío están instaurados en el mismo nivel del ser. Ningún desnivel de ser separa el vacío de la “inmanencia” de las cosas que aparecen.”
(Byung-Chul Han, Filosofia del budismo zen)
(ESP)
“Max Scheler en “el puesto del hombre en el cosmos” describe la situación del hombre como la de alguien que no tiene un espacio propio, un medio, una casa. Y bien, al vagar entre todo sin tener un hueco que le esté preparado, proyecta a su alrededor lo que necesitaría para que su vida estuviera encajada en el medio. Y al no encontrar la verificación, la adecuada respuesta, siente esta ausencia como algo no positivo; se siente rechazado porque no se siente amado; perseguido, porque nadie le abre la puerta de su casa, de ese lugar que necesita. (…) El ser indigente que lo padece lo interpreta ingenuamente como contrario, como agresor. Pues el hombre ha de estar muy adentrado en la edad de la razón para aceptar el vacío y el silencio en torno suyo.”
(Maria Zambrano. El hombre y lo divino)
El hueco es una imagen sintética, radical, en blanco y negro, de dos siluetas. La visión de un fragmento recortado de dos cuerpos extraídos de una escultura barroca de un Stabat Mater. En este Stabat Mater aparece la figura del hijo muerto (en negro y visualmente presente) pero no la de la madre que lo sostiene (en blanco y visualmente ausente). La pieza engaña por qué la unión entre los dos cuerpos configura una fuerte unidad, de manera que perceptivamente la pregnancia va del negro al blanco y al revés. Podemos ver a la madre por el vacío que deja en el hijo y el hijo por el vacío que deja en la madre. Así, la forma que ahora es la positiva, pasa a ser la negativa y se complica decidir quien sostiene a quién. Todo se resume en el sostenimiento y la necesidad del otro.
El Hueco cuestiona también sobre la piedad, la compasión, la empatía. Tres formas similares de conexión emocional con el que sufre. La piedad conlleva una posición de diferencia, de una cierta superioridad; aquí, la capacidad maternal de aguantar el cadáver del hijo, que nadie quiere ver y que nadie mirará. Es la soledad, la tragedia que remueve, haciendo sentir mal que mira, que no sufre, perpetuando el poder de los débiles (Nietzsche) o posibilitando el trato inclusivo con la realidad y con lo divino (M.Zambrano). La empatía supone el trato entre iguales, un desplazamiento. La compasión no es un sentimiento perdurable, ya que la exposición directa y continuada del sufrimiento del otro puede producir insensibilidad y distancia afectiva, como constatamos hoy en día.
¿Miro al otro, lo veo?, ¿es posible no verlo mirándolo, o verlo y no mirarlo? ¿y sostenerlo en la mirada? y si sostenemos ¿quién o qué nos sostendrá? Todos estos interrogantes están contenidos en el Hueco: un vacío, un agujero, un pozo de preguntas que se desplaza del negro al blanco, del hijo a la madre, yendo y viniendo. Es una interrogación sin respuesta (y sin buscarla tampoco) del sistema y del momento que vivimos a nivel social y personal.
En el Hueco, el vacío se formaliza. Tiene contornos, masa, valor (blanco/negro) ... forma.
La división madre / hijo, negro/blanco, evoca involuntariamente el símbolo oriental del Tao: Yin/Yang, negativo/positivo, pasividad/actividad, noche/día, vacío/lleno,... unidad en la diversidad, complementariedad; aunque no hay una correspondencia clara. Pero esta tensión entre positivo y negativo genera movimiento y creación.
“Así, la forma y el vacío están instaurados en el mismo nivel del ser. Ningún desnivel de ser separa el vacío de la “inmanencia” de las cosas que aparecen.”
(Byung-Chul Han, Filosofia del budismo zen)
“Max Scheler en “el puesto del hombre en el cosmos” describe la situación del hombre como la de alguien que no tiene un espacio propio, un medio, una casa. Y bien, al vagar entre todo sin tener un hueco que le esté preparado, proyecta a su alrededor lo que necesitaría para que su vida estuviera encajada en el medio. Y al no encontrar la verificación, la adecuada respuesta, siente esta ausencia como algo no positivo; se siente rechazado porque no se siente amado; perseguido, porque nadie le abre la puerta de su casa, de ese lugar que necesita. (…) El ser indigente que lo padece lo interpreta ingenuamente como contrario, como agresor. Pues el hombre ha de estar muy adentrado en la edad de la razón para aceptar el vacío y el silencio en torno suyo.”
(Maria Zambrano. El hombre y lo divino)
El hueco es una imagen sintética, radical, en blanco y negro, de dos siluetas. La visión de un fragmento recortado de dos cuerpos extraídos de una escultura barroca de un Stabat Mater. En este Stabat Mater aparece la figura del hijo muerto (en negro y visualmente presente) pero no la de la madre que lo sostiene (en blanco y visualmente ausente). La pieza engaña por qué la unión entre los dos cuerpos configura una fuerte unidad, de manera que perceptivamente la pregnancia va del negro al blanco y al revés. Podemos ver a la madre por el vacío que deja en el hijo y el hijo por el vacío que deja en la madre. Así, la forma que ahora es la positiva, pasa a ser la negativa y se complica decidir quien sostiene a quién. Todo se resume en el sostenimiento y la necesidad del otro.
El Hueco cuestiona también sobre la piedad, la compasión, la empatía. Tres formas similares de conexión emocional con el que sufre. La piedad conlleva una posición de diferencia, de una cierta superioridad; aquí, la capacidad maternal de aguantar el cadáver del hijo, que nadie quiere ver y que nadie mirará. Es la soledad, la tragedia que remueve, haciendo sentir mal que mira, que no sufre, perpetuando el poder de los débiles (Nietzsche) o posibilitando el trato inclusivo con la realidad y con lo divino (M.Zambrano). La empatía supone el trato entre iguales, un desplazamiento. La compasión no es un sentimiento perdurable, ya que la exposición directa y continuada del sufrimiento del otro puede producir insensibilidad y distancia afectiva, como constatamos hoy en día.
¿Miro al otro, lo veo?, ¿es posible no verlo mirándolo, o verlo y no mirarlo? ¿y sostenerlo en la mirada? y si sostenemos ¿quién o qué nos sostendrá? Todos estos interrogantes están contenidos en el Hueco: un vacío, un agujero, un pozo de preguntas que se desplaza del negro al blanco, del hijo a la madre, yendo y viniendo. Es una interrogación sin respuesta (y sin buscarla tampoco) del sistema y del momento que vivimos a nivel social y personal.
En el Hueco, el vacío se formaliza. Tiene contornos, masa, valor (blanco/negro) ... forma.
La división madre / hijo, negro/blanco, evoca involuntariamente el símbolo oriental del Tao: Yin/Yang, negativo/positivo, pasividad/actividad, noche/día, vacío/lleno,... unidad en la diversidad, complementariedad; aunque no hay una correspondencia clara. Pero esta tensión entre positivo y negativo genera movimiento y creación.
“Así, la forma y el vacío están instaurados en el mismo nivel del ser. Ningún desnivel de ser separa el vacío de la “inmanencia” de las cosas que aparecen.”
(Byung-Chul Han, Filosofia del budismo zen)
(ENG)
“Max Scheler in "the position of man in the cosmos" describes the situation of man as that of someone who does not have his own space, a medium, a house. Well, when he wanders around without having a hole prepared for him, he projects around him what he would need so that his life would be embedded in the middle. And when not finding the verification, the adequate response, he feels this absence as something not positive; you feel rejected because you don't feel loved; persecuted, because nobody opens the door of his house, of that place he needs. (…) The destitute being who suffers from it naively interprets it as contrary, as aggressor. Well, man must be well into the age of reason to accept the emptiness and silence around him.”
(Maria Zambrano. Man and the divine)
The hollow is a radical, black and white, synthetic image of two silhouettes. The sight of a trimmed fragment of two bodies drawn from a Baroque sculpture: a Stabat Mater. In this Stabat Mater appears the figure of the dead child (white and visually present) but not the mother holding him (black and visually absent). The piece deceives why the union between the two bodies forms a strong unit so that perceptually the pregnancy goes from black to white and vice versa. We can see the mother through the gap left in the child and the child by the emptiness left in the mother. Thus, the form that is now the positive, becomes the negative and it is difficult to decide who holds who. Everything is summed up in the support and need of the other.
The Hollow also questions about piety, compassion, empathy. Three similar forms of emotional connection with the sufferer. Mercy involves a position of difference, of a certain superiority; here, the maternal ability to hold the body of the child, which no one wants to see and no one will look at. It is the loneliness, the tragedy that stirred, making those who see, who does not suffer, feel ill, perpetuating the power of the weak (Nietzsche) or enabling inclusive treatment with reality and the divine (M. Zambrano). Empathy involves equal treatment, displacement. Compassion is not an enduring feeling, as direct and continuous exposure of one another's suffering can lead to insensitivity and affective distance, as we see today.
I look at the other, do I see it? Is it possible not to see him or to see him? And hold it in the gaze? and if we hold who will sustain us? All of these questions are contained in the Hollow, a gap, a hole, a well of questions, which moves from black to white, from child to mother, going back and forth. It is an unanswered question (without looking for it), either, of the system and the moment in which we live on a social and personal level.
In the Hollow the emptiness is formalized. It has contours, mass, value (white/black)... shape.
The mother / child split, black / white, inadvertently evokes the eastern symbol of the Tao: Yin/Yang, negative/positive, passivity/activity, night/day, empty/full ... unity in diversity: complementarity; though there is no clear correspondence. But this positive-negative tension generates movement and creation.
“Thus, form and emptiness are established at the same level of being. No unevenness of being separates the emptiness of the "immanence" of the things that appear.”
(Byung-Chul Han Philosophy of Zen Buddhism)
“Max Scheler in "the position of man in the cosmos" describes the situation of man as that of someone who does not have his own space, a medium, a house. Well, when he wanders around without having a hole prepared for him, he projects around him what he would need so that his life would be embedded in the middle. And when not finding the verification, the adequate response, he feels this absence as something not positive; you feel rejected because you don't feel loved; persecuted, because nobody opens the door of his house, of that place he needs. (…) The destitute being who suffers from it naively interprets it as contrary, as aggressor. Well, man must be well into the age of reason to accept the emptiness and silence around him.”
(Maria Zambrano. Man and the divine)
The hollow is a radical, black and white, synthetic image of two silhouettes. The sight of a trimmed fragment of two bodies drawn from a Baroque sculpture: a Stabat Mater. In this Stabat Mater appears the figure of the dead child (white and visually present) but not the mother holding him (black and visually absent). The piece deceives why the union between the two bodies forms a strong unit so that perceptually the pregnancy goes from black to white and vice versa. We can see the mother through the gap left in the child and the child by the emptiness left in the mother. Thus, the form that is now the positive, becomes the negative and it is difficult to decide who holds who. Everything is summed up in the support and need of the other.
The Hollow also questions about piety, compassion, empathy. Three similar forms of emotional connection with the sufferer. Mercy involves a position of difference, of a certain superiority; here, the maternal ability to hold the body of the child, which no one wants to see and no one will look at. It is the loneliness, the tragedy that stirred, making those who see, who does not suffer, feel ill, perpetuating the power of the weak (Nietzsche) or enabling inclusive treatment with reality and the divine (M. Zambrano). Empathy involves equal treatment, displacement. Compassion is not an enduring feeling, as direct and continuous exposure of one another's suffering can lead to insensitivity and affective distance, as we see today.
I look at the other, do I see it? Is it possible not to see him or to see him? And hold it in the gaze? and if we hold who will sustain us? All of these questions are contained in the Hollow, a gap, a hole, a well of questions, which moves from black to white, from child to mother, going back and forth. It is an unanswered question (without looking for it), either, of the system and the moment in which we live on a social and personal level.
In the Hollow the emptiness is formalized. It has contours, mass, value (white/black)... shape.
The mother / child split, black / white, inadvertently evokes the eastern symbol of the Tao: Yin/Yang, negative/positive, passivity/activity, night/day, empty/full ... unity in diversity: complementarity; though there is no clear correspondence. But this positive-negative tension generates movement and creation.
“Thus, form and emptiness are established at the same level of being. No unevenness of being separates the emptiness of the "immanence" of the things that appear.”
(Byung-Chul Han Philosophy of Zen Buddhism)